Elvis Presley
miércoles, 10 de octubre de 2007
Espiando a Dios
Diego Trerotola (El Amante, Mayo del 2003)
Algunos ensayos en los estudios MGM de Los Ángeles y los seis shows de 1970 en el Hotel Internacional de Las Vegas realizados por Elvis Presley son la sustancia de este documental. Nada más y nada menos. Lo que podría ser el material pedestre para cualquier programa televisivo de rock es una experiencia fílmica que tiene la capacidad de impactar a cada instante. La razón principal es que el formato Cinemascope con su pantalla superancha funciona como una visión ideal que convierte al escenario del show en un amplio cielo que encandila. De esta manera la película toma algo del punto de vista del astrónomo, y su característico placer de mirar la magnificencia del firmamento nocturno y esa sensación de inmensidad que aplasta bien restituida por el Cinemascope. ¿Pero que otra cosa puede ser un documental sobre Elvis si no es una película galáctica? Sí, todo gira en torno al sistema solar Elvis, el Astro Rey. El director Denis Sanders no despega la cámara ni un momento de la elegancia movediza y luminosa de Elvis. (Me atrevo a afirmar que si el cine es el arte de registrar los movimientos de la luz, Elvis: that’s the way it is puede considerarse un documental sobre cine.) Elvis transpira, hace chistes malos, se ríe de si mismo, besa a decenas de fans y canta con la voz, el cuerpo y el alma unas veinte canciones perfectas. El ojo cósmico de Sanders logra exhibir cada detalle de los sutiles parpadeos de esa elegancia, ya sea al ritmo de Love me Tender o al de In the Ghetto. En este sentido, el Cinemascope es también un acierto porque parece ser la única posibilidad de atrapar todo el lenguaje y la energía corporal de Elvis.
Confundido entre los espectadores del show se puede ver a un canoso Cary Grant, como si aceptara que su propia elegancia inagotable ya era un patrimonio heredado por el gran Elvis. En la acertada visión agigantada y resplandeciente del rey, Sanders parece proponer una certeza: Todo lo que brilla es Elvis.
Confundido entre los espectadores del show se puede ver a un canoso Cary Grant, como si aceptara que su propia elegancia inagotable ya era un patrimonio heredado por el gran Elvis. En la acertada visión agigantada y resplandeciente del rey, Sanders parece proponer una certeza: Todo lo que brilla es Elvis.
Diego Trerotola (El Amante, Mayo del 2003)